“Puedes llorar porque se ha ido o puedes sonreír porque ha vivido;
puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva
o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;
tu corazón puede estar vacío porque no la puedes ver
o puede estar lleno del amor que compartisteis.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío o dar la espalda
o puedes hacer lo que a ella le gustaría: sonreír, abrir los ojos, amar y seguir”
(Anónimo Escocés)

27 junio 2011

27 de Junio de 2007: un antes y un después

   Cuatro años ya sin Anna. Una eternidad en determinados momentos, sin embargo hay otros en los que parece que fue ayer que todavía hablábamos de lo que haría cuando volviera a casa. Cuatro años en los que el dolor y la alegría conviven en armonía, dándoles a cada uno de ellos su espacio en nuestra vida. 

   El día 27 de junio del 2007 la vida de Santi y mía cambió para siempre. Pasamos de ser una pareja con un hijo a ser sólo una pareja. No era una nueva vida, una nueva vida se comienza rompiendo con todo, a veces con alegría, otras con entusiasmo, otras con dolor, pero con ganas de olvidar y empezar de nuevo. No era este nuestro caso. Nos encontramos de la noche a la mañana sin saber que hacer, donde ir, si salir, si entrar. Todo nos recordaba a Anna, empezando por nuestra casa, el barrio, la ciudad. Pero no queríamos romper con nada y, poco a poco, hemos sidos  capaces de superar el dolor de los primeros meses recordando con muchísima nostalgia unas veces, incluso con una sonrisa otras todo aquello que habíamos vivido con Anna.

   La alegría ha venido de la mano de Laura y David, los hermanos (¡que raro se me hace pronunciar esta palabra!) de Anna. Dos niños que nos han devuelto una vida llena de bendita rutina, que nos han hecho revivir otros tiempos y nos han permitido recordar cosas de Anna que creíamos olvidadas. Pero no, no es una nueva vida, es otra etapa en nuestra existencia. Si que es verdad que criar dos niños tan pequeños me mantiene atareada y sin apenas tiempo de pensar, pero es que yo no necesito pararme a pensar en Anna, ella está siempre conmigo, me acompaña donde voy,  me da fuerzas cuando decaigo. 

   Estoy contenta porque se que este blog ha sido el mejor vehículo para dar a conocer a Anna, lo mismo que a través de él he tenido la suerte de contactar con padres que han perdido a sus hijos y que aún sin conocernos personalmente, siempre podemos intercambiar palabras de aliento.

   También se que muchos de los compañeros de clase de Anna han leido el blog. Hace cuatro años eran niños a los que la muerte de su compañera les cogió tan de sorpresa que no consiguieron reaccionar. Ahora  ya en la adolescencia, son capaces de recordarla con cariño.

   Por ello este espacio que empezó como una  vía de desahogo para unos padres unos padres desesperados por la pérdida de su hija, ha superado con creces las expectativas puestas en el. Se que no escribo muy a menudo, no tengo mucho tiempo, pero lo primero que hago cada día al levantarme: entrar en él y estar unos minutos a solas con mi hija.