Estas vacaciones han sido todavía más duras que las del año pasado. Después de mucho pensar que hacer, decidimos quedarnos en casa, no teníamos ánimos ni ilusión por irnos de viaje.
Así como el año pasado no dudamos ni un momento en marcharnos, quizás por huir un poco de todo, quizás al estar todavía en una “nube”.
Aparte teníamos también las visitas al médico de Rosa Mª por el embarazo.
Aprovechamos para pintar la habitación y preparar las cosas de Laura. Hemos recuperado bastante ropa y accesorios de Anna. Al ver toda esa ropa no hemos podido dejar de escapar unas lágrimas de tristeza y amargura al pensar en Anna y recordar como fue toda su infancia.
El día que fuimos a buscar la cuna y el capazo a casa de mis padres fue muy duro por la cantidad de recuerdos que salieron en aquel momento.
Ha sido muy triste el ir a pasear por la rambla, ir a la playa e intentar no dejarte influir por la gente. Ya sabemos que nadie tiene la culpa y mucha gente no te conoce y no sabe nada de lo que hemos pasado, pero no puedes dejar de pensar y mirar en esos niños y niñas sonrientes y contentos que están de vacaciones.

Aunque sabemos que Anna siempre está con nosotros.
Hemos vivido muchas coincidencias o casualidades: estar en la playa y una mama llamar a su hija y nosotros pensar: ¿Cómo se llamara?.............Annaaaaaaaaaaaa ven aquí… y automáticamente girar la cabeza, es algo que no puedes evitar.
Anna ha estado presente cada día, en cada rincón y en cada recuerdo que hemos vuelto a recuperar. Algunos que no sabíamos ni que estaban, como los primeros trabajos de la guardería que pensábamos que los habíamos perdido.
Intentamos continuar la vida con la incorporación al trabajo y esperando que el embarazo transcurra con normalidad.